La generación Z ha crecido con las redes, están todos conectados a un nivel que no podemos ni imaginar y se han creado empatizando con cada matiz de la diversidad de este mundo. Para ellos las etiquetas no tienen sentido porque la variedad de identidades, géneros y orientaciones son parte de un estado homogéneo: la vida. Quién iba a pensar que la utopía estaría tan cerca de nosotras.A los millennials nos ha costado un pelín entender que el rosa no es de chicas y el azul de chicos porque hemos crecido en el borde de ese abismo llamado sexismo. Eh, pero, quien más o quien menos, hemos logrado entender que los colores no tienen género y que la ropa, los oficios, los deportes, los hobbies, la música, el cine… tampoco. Ahora somos el colchón mullido pero firme que recoge a los posmileniales en esta nueva visión del mundo. Al fin y al cabo todo es aprendido, nada viene dado, ¿no?Hay tanta diversidad en el mundo que no es de extrañar esta nueva oleada de etiquetas para intentar cercar cada una de las identidades y orientaciones. Eso de o te va una cosa, o la otra, o ambas, se queda corto. Siempre fue demasiado simplista catalogar los deseos y la identidad humana, pero es que 83168 etiquetas tampoco las van a abarcar, porque ya no es cuestión de géneros ni de órganos sexuales y a veces las etiquetas se quedan cortas. ¿Sabéis eso de que definirse el limitarse? Si soy esto, descarto ser el resto. Pues bien, si tienes cero prejuicios, no seas nada y haz lo que quieras hacer y sé como quieras ser. Tan fácil y sencillo como eso.
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